Arte y Psicoanálisis

Psicoanálisis de la ciudad de Madrid

By octubre 23, 2016 No Comments

Los símbolos de Madrid

En este artículo pretendo mostrar la asociación existente entre la arquitectura,  la historia de una ciudad y el psiquismo humano individual y colectivo

Así,  se analizan cierto símbolos de Madrid y sus anclaje en lo inconsciente.  Por último, la simbología de «La Cibeles» ayudará a entenderlo

 

La ciudad como símbolo

 

A medio camino entre lo terrenal y lo ideal, las ciudades tienen personalidades, géneros, nombres y apodos como La Ciudad Eterna, La Gran Manzana, La Ciudad Sagrada, La Ciudad Prohibida…

La ciudad es un destino que cristaliza nuestro ser psíquico, representa un retiro, un centro, nos seduce, nos enamora.

En el pasado, los ritos y ceremonias inaugurales de una ciudad veneraban las más diversas influencias, se santificaban sus límites y se encendía el lar principal con fuego sagrado.

Las más antiguas se construían religiosamente alrededor de un centro cósmico: un templo, montaña, pirámide, un bello jardín, el palacio del monarca, una estatua de una diosa que lucía la corona mural, símbolo de su correspondencia con la “ciudad amurallada” o “ciudad madre” que acoge a sus hijos.

Otras, consideradas celestiales,  representan el hogar de las divinidades,  la trascendencia, otro nivel de consciencia.

Pero las ciudades mundanas también se representan en nuestros sueños, recordando las estructuras, vías y lugares familiares, así como los desconocidos espacios para nuestra psique. Las secciones de nuestras vidas que están en construcción, cambio o desintegración.

Las alcantarillas, cableados, conductos de agua y vías representan elementos míticos de unión, movimiento y líneas subterráneas colectivas del inconsciente.

Las ciudades forman capas de la historia y se construyen sobre restos de otras ciudades incorporando sus símbolos y su espíritu. Representan nuestros logros conscientes y la evolución cultural

La ciudad por dentro y por fuera

Especial relevancia lo que queda dentro de la ciudad y lo que es externo a ella

Sus casas particulares, arte, música,  estructura y su analogía con nuestro cuerpo, arterias, piel. Las puertas, las ventanas, las calles, las escaleras, edificios ,fuentes, jardines, torres, puentes, túneles, etc., son maneras de simbolizar el contenido psíquico de sus habitantes. Orificios abiertos o cerrados, adornados, obstruidos, colmados, zonas de transición o espacios psíquicos donde nos encontramos.

La ciudad en la Psicología Analítica

Decía C. G. Jung acerca de la ciudad:

La ciudad es un símbolo de la madre, una mujer que cobija a los moradores, sus hijos. Por eso diosas madres, como Rea y Cibeles, llevan una corona de muros y el Antiguo Testamento considera mujeres a las ciudades”

“Las ciudades fuertes, jamás conquistadas, son vírgenes; las colonias son hijos e hijas de una madre; las ciudades son también meretrices” ( C.G. Jung. “Símbolos de transformación, 1912)

El complejo materno para C.G. Jung es un grupo cargado emocionalmente de ideas asociado con la experiencia y la imagen de la de madre que cada individuo tiene en su mente.

Cuando este complejo o núcleo se activa en la psique en contacto con otras mujeres, trae las experiencias con la madre personal del individuo y las asunciones colectivas del arquetipo. Suele tener distintos efectos dependiendo si se activa en un hijo o en una hija.

 Psicoanálisis de la ciudad de Madrid

 

Psicoanálisis de la ciudad de Madrid

 

La ciudad de Madrid como Madre

Su origen de agua: “Matrice, la madre de las aguas”. La relación de la región con el agua podría ser incluso anterior a los musulmanes

El blasón medieval de Madrid tenía una osa y una frase que decía «Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son. Esta es mi insignia y mi blasón»

Las antiguas murallas de la ciudad, compuestas de sílex, provocaban un destello de luz cada vez que chocaba una flecha contra ellas dando la impresión de estar hechas de fuego.

El origen de Madrid, al igual que sucede con otras muchas ciudades, está envuelto en el misterio y la leyenda, hay quienes llamaban a la ciudad en sus orígenes Ursa (osa, en latín), debido a la abundancia de osos en la sierra madrileña. Este animal, junto con el madroño, es, desde la época medieval hasta la actualidad, el símbolo de la ciudad.

Según explica Jaime Oliver Asín en su libro «Historia del nombre de Madrid», el asentamiento visigodo anterior a la llegada de los musulmanes recibía el nombre de «Matrice», que se traduce como «madre de aguas». Los visigodos encontraron una gran fuente en lo que hoy se conoce como Plaza de Puerta Cerrada, donde surgía un arroyo que discurría hacia el río Manzanares.

La aparición de Madrid en la historia data del siglo IX, siglo en que el emir Mohamed I (852-886) por su abundancia de agua y de otros recursos, levanta una fortaleza y un asentamiento fijo en la meseta en un promontorio junto al río Manzanares, lugar donde se alzan hoy la catedral de la Almudena y el Palacio Real y el arranque de la calle Mayor. En los alrededores de esta fortificación, se fue creando un pequeño enclave conocido con el nombre de Mayrit.

Los árabes, grandes maestros de la canalización del agua, diseñaron un sistema de abastecimiento por medio de canales subterráneos de agua que extraían el líquido y lo conducían mediante alcantarillas y respiraderos hasta el mismo corazón de la ciudad. Son los viajes de agua y probablemente, el nombre visigodo a «Mayrita», palabra compuesta por el término árabe «Mayra» (madre o matriz) y el sufijo «ir» (lugar).

Tras ser reconquistada por los cristianos se castellanizó, convirtiéndose en Margarit primero, Madrit después y, finalmente, Madrid.

La historia de Madrid está marcada por el establecimiento en ella de la corte real (junio de 1561) y con la consolidación del país, siendo Madrid la capital de éste.

 

La Cibeles de Madrid

 

La Cibeles como Magna Mater de Madrid

 

Originalmente una diosa frigia que fue adorada en Anatolia desde el neolítico Como la Gea , Cibeles era la personificación de la fértil tierra, una diosa de las cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la Naturaleza y los animales

Esta Diosa Madre fue honrada en todo el mundo antiguo «es la diosa de la tierra, de la fertilidad, del renacer. Es una deidad de vida, muerte y resurrección.

Se la representa con vestimentas frigias y una corona con forma de muralla. Porta las llaves que dan acceso a todas las riquezas de la tierra. Monta un carro que simboliza la superioridad de la madre Naturaleza, a la que incluso se subordinan los poderosos leones que tiran del mismo.

En la mitología griega

Así, en la mitología griega, dado que su figura ya estaba representada por otras divinidades (Gea, Rea o Deméter podrían ser las equivalentes helénicas a la Cibeles original), su figura tuvo que ser adaptada para integrarse en los mitos ya existentes. Por esa razón, Cibeles como tal aparece en muy pocos mitos griegos, siendo el de Atalanta e Hipomenes el más conocido

El padre de Atalanta deseaba únicamente hijos varones, y por ello, al nacer, la abandonó a su suerte en el monte Partenio. Pudo sobrevivir gracias a que una osa la cuidó y la amamantó, hasta que unos cazadores la encontraron y decidieron criarla.

Una vez que se convirtió en una bella y ágil mujer, Atalanta decidió no casarse nunca y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería y los montes, Artemisa, a quien emulaba con sus acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque y llegó a ser una de las cazadoras más renombradas de la antigüedad.

Cibeles, como mujer

Como mujer se enfrentó a muchos peligros, Además de estar consagrada a Artemisa, lo que implicaba que debía mantenerse siempre virgen, un oráculo le predijo que el día en que se casara sería convertida en animal. Por ello, para evitar cualquier pretendiente, anunció que su esposo sería sólo aquél que lograra vencerla en una carrera; por el contrario, si ella triunfaba, debía matar a su oponente. Aun cuando Atalanta concedía ventaja a sus rivales al comienzo de la competición, ella siempre vencía y les daba muerte.

Así fue hasta que apareció el hombre que logró derrotarla. Este apuesto joven, llamado Hipómenes, consiguió obtener la mano de Atalanta gracias a un ardid: llevaba con él unas manzanas de oro que le había regalado Afrodita, diosa del amor, y que procedían del jardín de las Hespérides. Cada vez que la joven iba a darle alcance en la carrera, Hipómenes dejaba caer una de las manzanas, que Atalanta se detenía a recoger hechizada por su mágica belleza. Mientras ella se distraía con cada manzana que caía, el joven logró llegar antes a la meta.

La pareja, muy enamorada, vivió feliz durante un tiempo, compartiendo cacerías y hazañas. En una de estas ocasiones, los esposos entraron en uno de los santuarios de Cibeles y gozaron allí de su amor. Cibeles montó en cólera ante el sacrilegio y los transformó en dos leones. Era creencia entre los antiguos griegos que los leones no se cruzaban entre sí, de manera que al convertirlos en estos animales Cibeles no sólo les arrebató su condición de humanos, sino que los condenó a una vida separada. Una vez metamorfoseados, los unció a su propio carro para que tiraran de él, tal y como aparecen representados en la fuente de Cibeles del Paseo del Prado de Madrid

 

Parque de El Retiro en Madrid

 

El origen de la expresión «de Madrid al Cielo»

 

En él podemos ver como en el lenguaje popular se heredan de manera inconsciente las creencias y mitos colectivos de los habitantes de la ciudad de Madrid.

El origen de tal frase es incierto, pero lo cierto es que se popularizó entre la población como eslogan de la candidatura de Madrid como Capital Cultural Europea en 1992.

En época de Carlos III

Otros sitúan esta frase en torno al siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III, considerado tradicionalmente como el mejor alcalde de la historia de la ciudad. El monarca llevó a cabo numerosas obras de saneamiento propias del Despotismo Ilustrado que eligió como forma de gobierno como redes de alcantarillado y saneamiento, bellos edificios públicos que aún se mantienen en pleno esplendor como el Palacio Real de Madrid o la Puerta de Alcalá, y el acondicionamiento de jardines y fuentes para los ciudadanos de la época.

Todas estas mejoras podrían haber llevado a los residentes de la época a sentirse afortunados y dichosos y a gritar a los cuatro vientos y sin tapujos el dicho que hoy nos ocupa

La segunda, viene de Luis Quiñones de Benavente en su obra «Baile del invierno y del verano» donde dice estos versos:

«Pues el invierno y el verano,

en Madrid solo son buenos,

desde la cuna a Madrid

y de Madrid al cielo»

Existe otra teoría que afirma que en el Cerro Garabitas, en la Casa de Campo, se reúnen todas las noches las almas de los difuntos madrileños y desde allí ascienden al cielo

 

Curiosidades sobre Madrid

 

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